lunes, 17 de mayo de 2021

VIAJE SIN RETORNO

 




Su vida y la de su familia estaban en peligro. Así que se echaron a la mar.

Estas son las palabras que siempre me repetía mi madre cuando yo de muy pequeña le preguntaba cómo fue que llegamos a estas tierras tan lejanas. Además yo llegué en realidad dentro de su vientre. Yo era su única familia. La de su tribu en Nigeria ya no existía. Los mataron a todos los mismos terroristas que secuestraron a mi madre y después la violaron. Soy hija también de un violador. A lo largo de los años y debido a la fuerza sobrenatural que siempre tuvo mi madre es algo que ya he olvidado. Ella me enseñó a ser fuerte, tener entereza y sobre todo espíritu de superación. Así lo demostró desde siempre. Consiguió escaparse de sus secuestradores y, ya embarazada de mí, se subió en una barcaza y estuvo navegando a la deriva varios largos días. Algunas personas no lo consiguieron y perdieron la vida en el mar. Nosotras tuvimos mucha suerte, gracias a que todavía quedaban personas bondadosas, espíritus puros, gente solidaria que dedica su vida a ayudar a los demás. Me contaba mamá que cuando todo el mundo ya se preparaba para lo peor, apareció un buque que nos rescató a todos de una muerte segura. Todavía estuvimos navegando algún tiempo más en aguas del Mediterráneo. Por culpa de la ineptitud y la burocracia de la vieja Europa, algunos países no nos dejaban desembarcar en sus puertos más cercanos. Finalmente algún mandatario tomó conciencia, se humanizó, y así fue como llegamos al puerto de Barcelona. Al poco tiempo de pisar suelo, mamá se puso de parto y de inmediato la llevaron al Hospital del Mar. Allí nací yo, y una alcaldesa generosa me apadrinó. Desde ese momento nos cambió la vida por completo.

Han pasado unos cuantos años, pero lamentablemente la mal llamada humanidad no evoluciona. Todavía existen las guerras y gente malvada que hace que otras personas inocentes tengan que dejar sus países y lugares de nacimiento y tirarse a la mar para salvar sus vidas. Por eso ahora yo piloto la nave y junto con mis compañeros, con los cuales formamos una familia, nos adentramos en aguas del Mediterráneo. Nuestra misión, evitar que nadie muera en el mar.

Algunas noches miro al cielo, un cielo lleno de estrellas. Sé que tú estás allí, en alguna de ellas, y me dices lo orgullosa que te sientes, porque supe aprovechar tus enseñanzas y ser agradecida a la vida y a las personas que nos ayudaron. Te quiero mamá.      

 

No hay comentarios: