Sinopsis
La
protagonista de esta historia la llamaremos Cruz. Cruz es una de esas mujeres
anónimas, especiales, que ya han traspasado la barrera de los cuarenta y tantos
y tienen en su haber una mochila cargada de desamores y relaciones que no
llegaron a buen fin. Estas mujeres las vemos en las colas de los cines,
teatros, asisten a conferencias, cursan estudios universitarios, viajan a
lugares lejanos, pero siempre rodeadas de otras mujeres. Pueden ser
económicamente independientes, funcionarias, oficinistas, maestras, aunque se
muestran inseguras en sus sentimientos. Arrastran con dignidad y disimulo su
soledad, pero en la intimidad de su alcoba anhelan desesperadas esas caricias
masculinas que las hagan temblar de placer. Perdieron su oportunidad de ser
madres y envidian en el fondo a sus amigas que hace tiempo formaron una
familia. Contradictorias, cándidas e ingenuas, con profundas carencias afectivas,
experiencias dolorosas sucedidas en la niñez, las hicieron vulnerables a
hombres despiadados, donjuanes engañosos, vividores sin escrúpulos que con
mucha labia irrumpen en sus vidas y consiguen someterlas y maltratarlas
dejándolas todavía peor, si es que logran salir airosas de las cárceles en las
que habitan.
Esta
es la historia de Cruz, que por sacarse de encima al monstruo de la soledad,
convivió un tiempo con Lucifer.
Cruz
hacía tiempo que vivía sola con su gato Ismael. Trabajaba en una multinacional
en el Departamento de Finanzas, y tenía muchos amigos. Amigos cosechados en su
larga trayectoria laboral o compañeros de viaje o de estudios o conocidos del
gimnasio o incluso aquellas amigas de la infancia, pero llegado el fin de
semana, cada oveja se iba a su corral. Cruz temía que llegara el viernes y
volver a casa por la tarde sin ningún plan. Entonces se estiraba en el sofá,
miraba la tv mientras su gato le mordisqueaba la zapatilla y con aquella
pesadez que produce el no hacer nada, anochecía. Muchas veces acababa llorando.
Entonces el monstruo de la soledad la absorbía completamente, hasta el punto de
no permitirle reaccionar. El sueño finalmente la vencía entre lágrimas y
sollozos.
Un
día, no pudiendo soportar más esta situación, viendo como le pasaban los
cumpleaños, y todavía soltera, sin demasiados amigos con los que compartir,
incapaz de salir sola, se paró en el primer quiosco y se compró la Guía del Ocio.
Hacía unos años le había resultado. Encontró un grupo de gente, solteros como
ella que hacían muchas actividades en común. Durante tres años estuvo saliendo
todos los fines de semana, incluso las vacaciones, con este grupo de amigos que
se hicieron inseparables. Pero como todo en la vida tiene fecha de caducidad.
Los hombres, viendo que no había sexo, ni tampoco Cupido permitió que se
hiciera alguna pareja, fueron desfilando uno a uno. Las amigas primero
estuvieron saliendo un tiempo, pero luego también se fueron enfriando las
relaciones hasta perderse todo contacto. Cogió la Guia del Ocio y se fue
directa a las últimas páginas de Contactos.
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