martes, 16 de noviembre de 2010
DOS AÑOS DE CARCEL
"Dos años de cárcel para un octogenario por tráfico de drogas - EL PAÍS - Barcelona - 22/04/2009
Un anciano de 80 años aceptó ayer dos años de prisión por traficar con drogas en su barrio de la Zona Franca de Barcelona, donde la policía le sorprendió con 77 gramos de cocaína ocultos en el bolsillo del pantalón. La fiscalía solicitaba inicialmente cinco años de cárcel para el anciano, Eugenio C., pero finalmente la rebajó la pena al aplicarle la atenuante de drogadicción, ya que se ha probado que era consumidor habitual de tóxicos. Al carecer de antecedentes penales no ingresará en prisión, donde ya estuvo unos días en la década de 1950 por repartir propaganda antifranquista."
Al escuchar la sentencia, el hombre se desplomó. ¡Dos años de cárcel! ¡No lo soportaría, a su edad! Recordó entonces aquellos amargos días, cuando era casi un chaval, le comieron el coco los anarquistas. Eran tiempos difíciles, no tenía dinero y unos tíos que vivían escondidos en la azotea de su escalera, le ofrecieron unas monedas por repartir panfletos, propaganda de la C.N.T. Si ni siquiera él tenía ideas políticas, pero una tarde lo cogió la policía. ¡Dios mío!, qué paliza me dieron aquellos cabrones. Querían que les confesara dónde guardaba todo el material de impresión. Querían nombres. Yo qué coño sabía. Me tuvieron cinco días en una celda a pan y agua, sin casi dejándome dormir. A cada momento me despertaban para interrogarme. Por fin, gracias a que mi madre era amiga del párroco de la iglesia, pude salir de aquel mal sueño.
Siempre he sido una persona mediocre. Me casé con la más fea del baile, ¡qué autoritaria!: “Cariño, date la vuelta que estás roncando y no me dejas dormir. Eugenio, despierta, la niña vuelve a llorar y ya me he levantado tres veces. Pero frena, ¿que no ves ese coche que te va a adelantar? ¡No corras tanto!, por favor vigila. Baja un poco el aire acondicionado, cambia la música, no la soporto. Desde luego hijo mío. . ., ¡nos hemos perdido!, por aquí no es. ¿No te dieron la dirección exacta? ¿De qué te sirve el mapa que te regalé? Vamos a llegar tarde. Haz marcha atrás, si todavía tienes espacio, ¡parece mentira!, si yo llevara el coche, lo haría muchísimo mejor. Eugenio, come un poco más, ¡por favor!. Prueba esto cariño, ¿cómo, que no te gusta? ¿Para eso me pasé toda la tarde de ayer cocinando? El domingo vamos a comer a casa de mamá, vendrán los tíos. A ver si no te cortas y le das a tío Manuel el CV. Seguro que te puede enchufar o al menos echarte una mano, pero no querrás que también esto lo tenga que resolver yo. Mañana recuerda que hay la reunión en el colegio, yo he quedado con mis amigas, vamos de compras. Por supuesto que me llevo tu Visa. Ayer llamó tu madre, dice que nunca vas a verla, mira que es bruja la pobre. Pero, ¿no has secado los cubiertos? Ahora están todos manchados, como siempre. Esta noche no me apetece cariño, me duele la cabeza, que no, que te digo que no, ¡Eugenio, basta ya, no insistas! ¿Dónde vas con esa camisa? Anda, ves y cámbiatela. ¿Te has tomado la medicina? Es que si no te la pongo delante no te acuerdas, eres como un niño pequeño, siempre diciéndote lo que tienes que hacer. Al final me agotas. Eugenio, has olvidado las naranjas, ¿quién te ha endosado ese pescado?, pero si está medio podrido. Parece que no tengas ojos en la cara, claro, tú por no abrir la boca... ¿Por qué no intentas defender tus intereses? Calla Eugenio, que no, que no es como lo explicas, si tú no sabes nada, ¿para qué te metes por el medio? Siempre recogiéndote los calcetines, ¿todavía no has arreglado el grifo? Prefiero que nos compremos el otro apartamento cerca de la playa. Laura y Pedro se van de vacaciones a las Islas Maldivas, ¿cuánto debe cobrar Pedro? La culpa la tienes tú, ya te dije que hablaras con la niña, ese chico no me gustaba para ella. ¿No te das cuenta que estás haciendo el ridículo? Deja de beber, estás borracho. Has hecho la sopa salada. Que poca consideración tienes, ¿no ves que estoy casi inválida? Vas y te la machacas. Ahora veo claramente que no me quieres para nada, diría que nunca me has querido. Eres un egoísta, como todos los hombres, sólo pensáis en vosotros. Ya lo decía mi abuela: “El más santo, colgado del mástil más alto”.
Sin embargo, el día que murió, caí en las drogas. ¡No, no puedo volver a la cárcel! ¡No soy un traficante de drogas!
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