lunes, 16 de noviembre de 2020

SUEÑO EN VENECIA

 

                                                          


Aquella noche me fui a dormir inquieta, cansada y triste. Sabía que tardaría en conciliar el sueño, tus palabras me resonaban una y otra vez en mi cabeza. »No entendiste que quise ser nido y no jaula« Lo cierto es que no fue así
amor, o al menos no me lo hiciste sentir de esa manera, sino todo lo contrario. Finalmente caí rendida y el sueño me venció.

Una luz tenue ilumina el callejón. De vez en cuando me giro porque siento pasos detrás de mí, cada vez más cercanos, quiero disimular el miedo que me aterra y finjo una sonrisa. Faltan pocos pasos para alcanzar la pensión donde nos alojamos. No quiero hacer ruido, pero la capa roja de seda que me regalaste, produce unos sonidos de fricción estridentes que alertan a quién sea el que me esté siguiendo. Me paro y…¡terror!

Me desperté sobresaltada en medio de la noche, el corazón me latía con fuerza y tenía el camisón húmedo. Me faltaba el aire. ¿Por qué siempre se me repetía el mismo sueño, que ya se había convertido en una pesadilla? Y lo peor es que jamás veía al tipo que me perseguía. Por otra parte, nunca he tenido una capa de seda roja ni he ido de carnavales a Venecia. Ya me hubiese gustado. Es todo muy extraño. Después de serenarme, continué durmiendo.

A la mañana siguiente, mientras me preparaba mi batido de frutas con avena y leche de coco, me vino a la mente el día que casi me obligaste a ir a la exposición en el Caixa Forum. Yo tenía otros asuntos, podíamos haber ido otro día, pero tú te enfadabas si no se hacían las cosas tal y como tú las querías. Después de una discusión, por fin fuimos.

Aquel cuadro tenía algo que me impresionó. Ahora recuerdo...¡ostras!, pero si era la misma chica del sueño. Sí, te dije que no me agobiaras más, ni mucho menos me siguieras cuando quedo con mis amigas o te digo que voy a un recado. Te hice ver que me sentía como la chica del cuadro. Todos tus regalos no compensan el que me tengas prisionera en una jaula, aunque ésta sea de oro. Te quiero amor, pero lo nuestro no funcionó. Deja de perseguirme por las noches, aunque sea en sueños.














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